Los sintomas de la ligirofobia

En muchas de mis lecturas por internet para descubrir más sobre mi fobia, me topé con un blog en el que comentaban, de una manera en mi opinión perfecta, como reacciona nuestro cuerpo ante situaciones de pánico provocadas por la fobia. Y digo perfecta porque es justo lo que yo siento.

Indicaré la fuente al final de esta entrada pero mientras, iré copiando las partes de esa entrada que más importantes me parecieron.


Entonces... empecemos. ¿Qué nos hace sentir mal cuando nos llega el momento de una exposición? (un petardo, cohete, globos...)

El cerebro cuenta con un mecanismo que desata el miedo y regula las emociones de lucha/huida y la evitación del dolor para conservación del individuo, el Sistema Límbico. Este sistema, revisa, mediante la Amígdala Cerebral, toda la información que recibimos a través de nuestros sentidos y controla las emociones básicas como el miedo, localizando también la fuente del peligro. Al activarse la Amígdala, se activa la sensación de miedo y ansiedad, produciendo una respuesta de huida. [...] Nuestro cerebro, para protegernos de repetir la experiencia en un futuro fijó una clave a ése miedo para que en un futuro se activara. Cada vez que nos encontramos ante situaciones similares o simplemente pensamos en ellas, nuestra Amígdala vuelve a activarse, haciendo que la fobia se mantenga o incluso se haga más intensa y suponiendo un gasto energético enorme ante situaciones que en principio son cotidianas, provocando una sensación de angustia e impotencia.

Claro, esto puede parecer un poco técnico, pero es necesario entenderlo para lo que viene después. Evidentemente, la primera reacción a un miedo es esa, huir, salir corriendo. Esta es la primera cosa que hay que controlar, porque esa situación puede o bien ponernos en peligro o bien alertar a otras personas de nuestro miedo y provocar una situación peor aún.

Cuando digo ponernos en peligro os contaré una de mis experiencias, muy por encima. No recuerdo mi edad por aquel entonces, probablemente alrededor de los 15 años. Estaba esperando en el portal de un familiar a que bajara con mi madre. Detrás del bloque de pisos había un parque con una iglesia. Era sábado. ¿Adivináis el final? Efectivamente! Una boda, una traca y unos petardazos bien típicos de Valencia. ¿Cual fue mi reacción? Salir corriendo hacia al lado opuesto, es decir, a cruzar una calle doble de dos carriles, sin mirar y a toda la velocidad que daban mis piernas. ¿El desenlace? Pasar a medio metro de un autobús urbano que frenó como buenamente pudo. Si no llego a tener la suerte de un conductor con esos reflejos, ahora mismo sería posible que no estuviera contándoos esto..
Pero... ¿como cojones pude pegarme ese sprint sin calentar ni nada, que podría haber superado a Usain Bolt? Aquí va la respuesta:

Cuando una persona que padece ligirofobia se enfrenta a la explosión de un petardo, su cerebro ordena la producción de adrenalina que ayudará en el desplazamiento motor para la huida y segrega cortisol, la hormona del estrés. A su vez, se producen cambios fisiológicos tales como el bloqueo de toda actividad no esencial, incremento del metabolismo celular y la actividad cerebral, aumento de la presión arterial o aumento de la glucosa en sangre. El corazón bombea sangre a gran velocidad para transportar hormonas como la adrenalina a las células y fluye hacia los músculos necesarios para la huída. Se agrandan los ojos para mejorar la visión y se dilatan las pupilas.

Os puedo asegurar que esto es cierto al 100%. Tras leer esto y conocer los síntomas, empiezas a fijarte más en si realmente lo son. Y efectivamente así lo son. Unas navidades más, en este pueblo de Madrid que ya os comenté con anterioridad, en el coche de copiloto, parados en un semáforo. Veo como una feliz familia sale a la plaza con un cohete en la mano y procede a su lanzamiento... estoy en un coche, atado con un cinturón y las puertas cerradas. No puedo huir... entonces, ¿por qué empiezo a sentir un hormigueo en mis piernas? Así es, notas como aumenta la frecuencia respiratoria, como el corazón se te ataca y como las piernas quieren echar a correr por si solas... no es una sensación cómoda, os lo aseguro... y mucho menos cuando por ejemplo estás conduciendo el coche... ¿qué no me hace a mi ponerme en modo 2 Fast 2 Furious y ponerme a 120 por la ciudad para huir de ello? Imaginaos lo difícil que es para nosotros controlar esa adrenalina y relajar la situación


Otro síntoma derivado de lo que os he comentado anteriormente y que también me parece importante comentar es el bloqueo de los pensamientos.
Se aumenta la actividad cerebral en otros ámbitos y se deja de lado las cosas no esenciales. Dejas de pensar en todo lo demás y empieza a trabajar ese procesador para recoger toda la información de lo que ha ocurrido y planear la huida o contramedidas. Esto es también grave, y te ves afectado en muchas ocasiones. Estar llevando una conversación con alguien y de repente perderte por completo... si esa persona no te conoce y no sabe por qué es, imagínate la cara que se le quedará. Estar en un examen y que te venga la situación... ¡te quedas en blanco! Esto, sin embargo, ya es más difícil de controlar. Hay que controlar al cerebro, y no a las piernas para que no salgan corriendo... ¿Lo conseguiré algún día? No lo se... Pero intentarlo lo intentaré!

Creo que hasta aquí va a quedar esta entrada... quizás haya una segunda parte porque seguro que muchas cosas se me quedan en el tintero, pero siempre habrá tiempo para más.

De nuevo, gracias por leerme y querer saber un poquito más sobre la ligirofobia.

Abrazos

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