El sexto sentido... Triángulando posiciones.



Todos hemos experimentado ese momento en el que sientes que algo está a punto de suceder. Ese cosquilleo en el estómago, esa pequeña voz en tu cabeza que te dice "por qué narices habré venido". En nuestro mundo de ligirofobia, este sexto sentido se vuelve crucial, especialmente cuando se trata de ir a lugares concurridos, eventos determinados, partidos de futbol... yo que se, cualquier cosa. Seguro que te suena de lo que estoy hablando, ¿verdad?

Imagina esto: el resto de la gente te asegura que en ese evento nunca tiran petardos. Jamás, en la vida han escuchado un solo petardo. Pero tú, con tu sexto sentido a todo vapor, dudas de ello. Los parámetros que introduces de información en tu cabeza te dicen que es imposible que ahí no tiran petardos, como va a ser así, si se dan todas las variables necesarias para ello. Pero ellos insisten, una y otra vez, y al final cedes, y vas. Y... sorpresa: lo adivinaste, justo el día que decides ir, los petardos suenan. Es como si tu intuición estuviera sintonizada con el sonido de los estallidos, advirtiéndote incluso antes de que suceda.

Esa es la parte del sexto sentido. No es magia ni predicción divina, es la conexión única que desarrollamos con el entorno. Es aprender a leer las señales, a anticipar el estruendo, y a confiar en esa intuición que nos dice cuándo mantenernos alejados. Aprender a definir las variables que determinan cuando, donde, por qué... crear una base de datos en nuestra cabeza capaz de identificar el mínimo indicio de que van a surgir los problemas.

Pero esto no acaba aquí. Luego entramos en la fase de la triangulación de posiciones. El sonido de un petardo no es solo un ruido para nosotros; es el inicio de una serie de preguntas que se desatan en nuestra mente a una velocidad vertiginosa, que ni la mismísima calculadora humana sería capaz de superar. ¿De dónde ha venido el ruido? ¿Qué hay por allí? ¿Por qué han tirado un petardo o cohete en ese sitio? ¿Va a haber más? ¿Puede ser que se muevan hacia donde estoy o hacia donde voy? O peor aún, ¿es justo hacia donde yo voy?

Es como entrar en un juego mental de ajedrez, anticipando cada movimiento, evaluando cada posibilidad. La triangulación de posiciones se convierte en un proceso automático, una estrategia de supervivencia que se activa con cada estallido. Es nuestra manera de entender el entorno, de anticipar la dirección de los posibles peligros, de prepararnos para lo que pueda venir. Y de tomar decisiones, en ocasiones más o menos acertadas, pero tomar decisiones. Como os contaba hace unos años en el post de los síntomas de la ligirofobia, son milésimas de segundo las que nos separan de realizar una acción de la que luego podamos arrepentirnos toda la vida. 

Y esa es una de las cosas que hay que trabajar: ser capaz de exponerte, identificar el problema y reaccionar lo antes posible, pero con cabeza. Por eso es tan importante esas preguntas. ¿Puedo seguir mi plan, aun escuchando más petardos, pero sabiendo que van a seguir y que están ahí, en ese sitio? ¿Tengo que modificar mi plan? ¿Tengo que darme la vuelta? Es importante conocer, informarse siempre antes de tener sospechas.

Un ejemplo claro... ir de vacaciones al litoral levantino. Ya sea a Peñíscola, Gandía, Benidorm o Torrevieja. Da igual. La información en verano en estas zonas es crucial: muchas fiestas, muchos eventos, en definitiva, muchos petardos. Yo antes era incapaz de ir a esa zona de vacaciones, me negaba, rotundamente. Ahora, con todo más controlado, mejor autocontrol sobre todo, y con la forma tan sencilla que tenemos de encontrar información en internet, redes sociales, etc... es fácil prepararse para lo que pueda llegar. Nuestra zona de veraneo preferida últimamente es Benidorm, y ¿en qué resulta la cosa? Pues que hay días en los que no puedes ir al centro y es mejor irse a alguna calita en Calpe, o un día en el que es mejor buscar un plan por la montaña visitando pueblos y castillos. Aprendes a organizarte y disfrutar.

Tanto es así que este año, el día 25 de Julio, que es Sant Jaume y hay bastantes cohetes y petardos en el centro de Benidorm, optamos por irnos todo el día a Villajoyosa a bucear. Ojo, Villajoyosa que estaba en plenas fiestas de moros y cristianos. Pero sabíamos que íbamos a estar más tiempo a kilómetros de la costa, bajo el agua, que en un sitio con posible exposición. Esta es la forma de trabajarlo, de romper barreras, de quitarse prohibiciones, pero progresivamente. Y quizás el día de mañana, como me pasa a mi ya, el día que haya fuegos artificiales, vas a buscar el ir a verlos. Pero sabiendo donde están, a qué hora, por qué pasan y todas las variables posibles para autoprotegerte. Es la forma de empezar, e ir progresando. Creeme, funciona.

Así que, mientras el resto disfruta del sonido festivo de la pirotecnia en eventos como partidos de fútbol, conciertos o celebraciones del pueblo, nosotros estamos ahí, calculando, evaluando, y triángulando posiciones. Es nuestra forma de navegar por un mundo que a menudo no entiende nuestra fobia. Pero en cada triangulación, encontramos un pequeño espacio de control, una manera de enfrentar el miedo con estrategia y valentía.

Tenemos que hacerlo, tenemos que enfrentarnos. Tenemos que conseguir normalizar, poco a poco, nuestra vida. Poder hacer más y más cosas, y ser los que controlemos a nuestra cabeza. Voy a hacer lo que yo quiero, no lo que tu quieres. Me costará más o menos, lo haré más rápido o más despacio, avanzaré a pasos más grandes o más pequeños, pero avanzar.

Creedme, se puede. Pero el único que va a saber como hacerlo eres tú. Pelea contigo mismo, toma las medidas necesarias y avanza. Y recuerda, hazlo de la mano de alguien si puedes, no lo hagas tu solo, te va a resultar mucho más sencillo.


Gracias por seguir ahí leyendo, sigo pensando que más contarte en el próximo blog. Un abrazo.

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