Tu no oyes nada... Pero yo sí lo oigo.


Estas Navidades son un rollo. En serio, el tema de la pirotecnia hace que mi ligirofobia se ponga a mil. No es que toda la vida esté condicionada por esto, gracias a Dios, pero en estas fechas es como si la pirotecnia se hubiera vuelto una necesidad del día a día para todas esas personas que no tienen una cosa mejor que hacer que quemar su dinero por un segundo de... ¿diversión? Pero... ¿a costa de qué? o ¿de quienes?

En las redes sociales, en la televisión, en los periódicos... en todos los lados no paramos de oir que el ruido afecta a las mascotas, personas autistas, gente mayor, etc... pero... ¿Cuántas veces oís hablar de los ligirofóbicos? También, ¿de qué nos sorprendemos? Si hasta nuestros propios familiares y amigos, en la mayoría de los casos, dicen eso de... ¿ah pero que tienes miedo a los petardos? ¡vaya tontería! Que os voy a contar, ¿verdad?

Cuando digo "Tu no oyes nada... Pero yo sí lo oigo", no es un drama, es la realidad. Cuantas veces os ha pasado de ponerte nervioso y que te digan, ¿Qué te pasa?. Y tú le preguntes... ¿pero no has escuchado ese petardazo que ha sonado? y te lo negarán, una y otra vez, como si estuvieras loco... quizás lo estemos un poco, por desgracia. Pero no por gusto.

Caminar por la calle estos días (bueno, o semanas, que cada vez se empieza y se acaba antes la afición) se convierte en una especie de misión de supervivencia. Luces por todos lados, risas, y de repente, ¡boom!, petardos por doquier. La gente disfrutando sin preocuparse, y yo aquí, intentando no perder la cabeza. ¿Cómo lo hago? Bueno, pues no lo se muy bien. Son muchos años peleando, pero lo que está claro es una cosa: la exposición controlada se vuelve vuestra mejor amiga.

No es algo que se pueda hacer ahora mismo, en este momento, cuando ya estamos metidos en el meollo. No, por desgracia ahora en Navidad nos toca aguantar el tirón, soportarlo y pensar en como lo vamos a trabajar para intentar que las próximas sean mejores, aunque solo sea un poquito.

Para eso, vayámonos a otras fechas. Verano, fiestas de tu pueblo, del de al lado, del de más allá. Qué más da. En este momento, buscar lugares donde exponerse a la pirotecnia con seguridad, distancia y tranquilidad es como una tarea secreta. El campo se vuelve tu refugio, algo alejado de los núcleos urbanos. Aléjate cada vez menos, pero aléjate. Elige el momento de la procesión, de la misa, del evento de turno. Es el momento de observar la explosión de humo a lo lejos y empezar a contar los segundos que tarda en llegarte el sonido. Luego lo multiplicas por 300 y más o menos sabrás a que distancia estabas de la iglesia, de la plaza o de donde toque. Todo esto es como un entrenamiento, una especie de gimnasio para mi fobia. Poco a poco, ir exponiendo, ir viendo que realmente es una cosa ahí arriba, que hace pum, y que no entendemos por qué cojones nos molesta tanto.

En fin, ya sabes que las Navidades son un capítulo especial en la vida de alguien con ligirofobia. La exposición progresiva se convierte en un juego constante, tratando de no perder los nervios cada vez que un petardo sorpresa aparece. No todo gira alrededor de esto, claro, pero en estas fechas, la pirotecnia agrega su propio toque. Es imposible no condicionar tu vida durante estos días, pero cuando la vida adulta te hace tener que ir a comprar, a trabajar o cualquier cosa, no te queda más remedio que enfrentarte, exponerte. Incluso el sacar a pasear a tu perrita te hace coger el coche y alejarte de la ciudad a buscar un sitio tranquilo, para tí y para ella.

Es como si la pirotecnia quisiera unirse a la fiesta navideña, pero yo aquí, tratando de que mi cabeza no explote antes que los cohetes. Aprendiendo a lidiar con cada estruendo, enfrentándome a ellos como buenamente puedo, y construyendo mi propia historia de superación.

Ánimo, sigue peleando. No abandones, sal de tu zona de confort y apóyate en las personas que te quieran, y te comprendan (ya hablaré de esto en otro post). De su mano, junto a ellos, es como más avanzarás, y como más lejos llegarás.


Estoy de vuelta. Nos leemos pronto.

Comentarios

Publicar un comentario